En 2023, la humanidad experimentó un hito preocupante: por primera vez, no alcanzamos la tasa de reemplazo. Este hecho marca el ascenso de la hipótesis del “Mundo vacío”, ganando credibilidad a medida que nuestros esfuerzos por evitarlo fracasan. La ONU celebró el 15 de noviembre de 2022 que éramos 8.000 millones de personas, con proyecciones que indican un crecimiento constante hasta alcanzar los 10.400 millones en las décadas venideras. Sin embargo, la realidad actual sugiere un declive demográfico imparable, subrayado por el economista Jesús Fernández-Villaverde, quien señala que la tasa de reemplazo está por debajo del umbral de 2,2, evidenciando un desequilibrio entre nacimientos y mortalidad que conduce a una inevitable contracción poblacional.
Este fenómeno desafía las estimaciones de la ONU y refleja un cambio cultural y social global, donde la urbanización, las dinámicas laborales y las expectativas familiares están remodelando los deseos de procreación. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, como en los países nórdicos con políticas de apoyo familiar, la caída de las tasas de natalidad sugiere un agotamiento de las estrategias actuales. Nos enfrentamos a un panorama incierto, donde la humanidad se dirige hacia un invierno demográfico mientras buscamos soluciones ante un futuro poblacional cada vez más desafiante.